lunes, 29 de octubre de 2012

"El mundo tiene fiebre"

"El mundo tiene fiebre por el cambio climático y la enfermedad se llama modelo de desarrollo capitalista [...]. Vivimos la sexta crisis de extinción de especies vivas en la historia del planeta Tierra y, en esta ocasión, la tasa de extinción es cien veces más acelerada que en los tiempos geológicos. [...] Los intereses transnacionales proponen seguir como antes y pintar la máquina de verde, es decir, seguir con el crecimiento y el consumismo irracional y desigual generando más y más ganancias sin darse cuenta de que estamos consumiendo en un año lo que el planeta produce en un año y tres meses. [...] Leo en informes del Banco Mundial que hay que acabar con los subsidios a los hidrocarburos, ponerle precio al agua y promover la inversión privada en los sectores de energía limpia. Nuevamente quieren aplicar las recetas de mercado y privatización para hacer negocios con la propia enfermedad [...]. Hay que aplicar fuertes impuestos a la súperconcentración de la riqueza y adoptar mecanismos efectivos para su redistribución equitativa."

Sede de las Naciones Unidas, Nueva York.
Discurso de Evo Morales sobre calentamiento global.
Septiembre de 2007.
Extraído del libro: "Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales" (Martin Sivak).

¿No resulta sospechoso que, cuando alguien que desempeña un papel importante en el plano político se molesta en decir la verdad sobre la situación actual que vivimos a nivel político, económico y medioambiental, los dirigentes que se sienten incómodos con dichas verdades y que ven peligrar la "legalidad" de sus contaminantes inversiones, gastan millones de dólares en campañas de desprestigiación de dichos portavoces de la verdad?
En realidad no es sospecha, sino hecho. No sólo intentan hundir a Evo, a Chávez o a Castro. La lista es larga, tiene un nombre y hay una guerra mediática contra ellos; son los países incluidos en el llamado "Eje del mal". Escribo esto y me suena a película americana pero, desgraciadamente, no es sino nuestra más pura actualidad, ésa que los medios tan convenientemente comprados, tan bien se encargan de difundir. Señores, despertemos. Se está produciendo una carnicería a gran escala, está muriendo gente inocente sólo porque empieza a haber dirigentes que denuncian los abusos de los Estados Unidos y de su séquito de países chupaculos. Y no sólo los denuncian, sino que se niegan a seguir su doctrina dictatorial, lo que les trae graves consecuencias porque si no están con ellos, están contra ellos. No hay termino medio.
¿Dónde quedó la
libertad de expresión y de acción de la humanidad? ¿Dónde el respeto a la diversidad, a ser diferente?
Despertemos y documentémonos antes de posicionarnos del lado más fácil; el que sutilmente nos imponen los medios. Nuestra actitud o desactitud tiene mucha más influencia de lo que creemos, tiene consecuencias que pueden ser positivas, pero también muy negativas.
El mundo necesita un cambio y ese cambio jamás va a producirse si no despertamos antes. Tenemos que abrir los ojos y ver lo que realmente está pasando para poder hacer frente a la manipulación a la que estamos sometidos.
Espabilemos, la democracia en la que supuestamente vivimos, no es una democracia, es una dictadura
imperialcapitalista. Y el imperio se está cayendo, como todos los que han existido a lo largo de la historia. Uno de los síntomas más claros de dicha caída es la crisis económica mundial. Somos una sociedad a la que se le ha impuesto un sistema económico completamente insostenible y, como consecuencia, ahora somos una sociedad que se hunde a la par que el sistema. Qué vamos a hacer al respecto es mi pregunta: ¿Cerrar los ojos y esperar que alguien nos salve de la catarsis? Nadie va a salvarnos, señores, eso lo adelanto yo y les aseguro que no soy profeta.
En mi opinión, ustedes y yo somos el problema, no el mundo; porque el mundo es la proyección de nosotros mismos y, para comprender al mundo primero tenemos que comprendernos a nosotros mismos. He ahí la clave, dejar de mirar afuera y esperar, para mirar adentro y actuar. Para transformar el mundo debemos empezar por nosotros mismos y, en ese caso, lo importante es la
intención. La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos y en no dejar en otros la responsabilidad de transformarse o producir un cambio. Para transformar el mundo que nos rodea, con su miseria, guerras, desempleo, hambre, divisiones de clase y absoluta confusión, tiene que haber una transformación en nosotros. Y es en medio del caos, de la oscuridad y de la desesperación donde nace el instinto de supervivencia, el ingenio y por ende la luz. Por eso yo me alegro de que nos hallemos en esta situación caótica mundial, porque superado el susto inicial, veo en ella una oportunidad de cambio. Veo una oportunidad para dejar de mirar afuera, ya que el panorama es desolador, para por
fin mirar adentro. Es hora de dejar atrás las necesidades impuestas por un sistema basado en el dinero, un dinero que, para colmo, jamás nos dio la felicidad. Ahora es momento de buscar nuestros verdaderos intereses, y guiarnos por ellos, sólo así nos sentiremos plenos y realizados, sólo así seremos felices (que de eso se trata) y sólo y únicamente así cambiaremos el mundo.
Y bien, ¿alguien se anima?

Yo me animo a mirarme adentro y no olvido hacerlo con humildad pues;
"es más fácil ver paja en ojo ajeno que viga en ojo propio".

Abrazos y mucho amor para todos.



jueves, 18 de octubre de 2012

Tras el infierno; el paraíso.

Aún no me he ido de Bolivia y ya siento que no me quiero ir. Este país que los medios de comunicación tanto juzgan por ser el menos desarrollado de sudamérica, por carecer de ambiciones capitalistas y por tener como presidente a un antiguo pastor de llamas que defiende a toda costa los
cultivos de coca, no es más que un ejemplo de país auténtico. Un país que no se deja dirigir más por saqueadores extranjeros y que está buscando en sus orígenes ancestrales, la aguja de su nuevo rumbo. Pasear por las calles de su capital y no encontrarte con sucursales de grandes multinacionales textiles o alimenticias, sino con miles de puestitos donde las cholitas, vestidas en sus clasicos atuendos, venden desde cortaúñas y lápices hasta pinchos de carne de llama, no es algo ya facil de encontrar en este mundo globalizado. Todos los países "desarrollados" nos hemos vendido al
capitalismo y con ello hemos vendido nuestras raíces, nuestra cultura y nuestras esencia. Hemos adoptado sin medida ni filtros todo lo que venía de fuera hasta convertirnos en copias unos de otros. Al
final, la cosa entre países, al igual que en la sociedad, es no destacar, no ser diferente, porque si brillas por tus diferencias, los demás se sienten amenazados o acomplejados y van a destruirte. Así funcionamos, nos guste o no. Por eso, cuando viajo y me encuentro con un país donde los orígenes siguen bien latentes en las costumbres y la forma de vida de su gente, yo, no puedo más que quitarme el sombrero.
Alguien me dijo hace no mucho que no le gustaba Bolivia, y que, lo que más odiaba era la falta de ambición y de aspiraciones de su gente. Ya en su momento me
llamó la atención aquel comentario, pero ahora que estoy empezando a conocer este país y a su adorable gente, me pregunto: ¿es acaso positiva la ambición? o ¿tiene limites? Si un país como Bolivia, con la mayor población indígena no discriminada socialmente de Sudamérica, lleva un ritmo distinto al del resto, el sabio ritmo de su cultura ancestral, un ritmo naturalmente lento, para qué juzgarlos de poco ambiciosos. ¿Poco ambicioso porque no copian nuestro baile acelerado de estrés y de consumo?. ¿Tienen acaso nuestras aspiraciones rumbo saludable alguno? ¿Tiene nuestra ambición ilimitada consecuencias positivas demostradas? Los países desarrollados no somos
más que una plaga humana enferma y neurótica que arrasa las culturas y poblaciones de los países "menos desarrollados" para alargar a cualquier precio una muerte anunciada.
Vamos contranatura, señores. ¿No lo sabían? ¿Acaso no ven las señales? Cánceres, infartos, depresiones. ¿No es suficiente para darnos cuenta de que llevamos un ritmo anormal e insostenible de vida? Se me
ocurre una sutil comparación: las fábricas de huevos. Nos escandalizamos por el trato que las empresas que nos venden huevos no ecológicos dan a las gallinas. Para el que no lo sepa o no lo
quiera saber, se lo recuerdo; a las gallinas ponedoras, antes de empezar la tortura de su vida, primero se las separó de los machos cuando
eran polluelos y se les quemó el pico para que cuando se volvieran locas por la tortura a las que las someten, no se pudieran matar unas a otras picoteándose. Luego se comieron a sus hermanitos machos que, por ser machos y, por lo tanto, no ponedores, se les considera inservibles y se les tritura vivos para servir de comida a las gallinas sí servibles, las ponedoras. A éstas se les encierra en jaulas minúsculas para que no puedan moverse y no gasten mas energía de la estrictamente necesaria. Una vez enjauladas se las sobrealimenta y se las tiene con la luz artificial encendida las 24 horas para que crean que siempre es de día y pongan huevos a todas horas. No descansan, porque para ellas nunca hay noche. El desorden biológico al que las someten las vuelve locas y se picotean unas a
otras, pero no pueden matarse porque ese punto de locura ya había sido fríamente calculado y para ello les quemaron el pico cuando no eran más que polluelos. A esa tortura habría que sumarle que la falta de espacio impide que su musculatura se desarrolle y ésta termina completamente atrofiada.
Y para qué contarles esta historia tan desagradable. Era por el símil que se me había ocurrido. Para mí, nuestra sociedad está enferma y desorientada porque seguimos
un ritmo
antinatural impuesto por las grandes
corporaciones. Igual que a las gallinas, las grandes corporaciones, las que controlan el mundo (industrias petroquímicas y demás) nos manipulan para su beneficio. Nos enferman con alimentos artificiales o manipulados genéticamente, nos desorientan desde niños rompiéndonos el sagrado descanso infantil con horarios escolares antinaturales y, por último, como adultos nos doblegan con jornadas laborales agotadoras. Sumémosle a esto la varita mágica que utilizan para terminar de hipnotizarnos. La
luz artificial de neón que las gallinas confunden con el sol, es para nosotros el
televisor. Esa es la gran herramienta de manipulación, la que nos crea necesidades y nos atemoriza. Es el arma de construcción masiva de tontos del siglo XX y XXI. Ella nos destruye sin que nos demos cuenta. Tiene la increíble capacidad de hacernos vivir de espaldas a la naturaleza, nuestra única fuente fidedigna y la verdadera guía para vivir en armonía con nosotros mismos y nuestro entorno. Somos como
esas gallinas, señores. Nos manipulan para producir felicidad y poder a otros. Por eso, cuando un país como
Bolivia respeta su ritmo lento natural, reconoce sus cualidades y defectos y elige a un presidente que, por muchos defectos que tenga, reconoce sus orígenes y se niega a seguir siendo manipulado por las grandes corporaciones, es decir, los imperialistas Estados Unidos, yo no puedo más que quitarme el
sombrero. Porque creo en la posibilidad de una transición, una transición basada en el retorno a nuestras raíces y en nuestra
reconexión con la madre naturaleza.


Foto1: Isla del Sol (Lago Titicaca).
Foto2: Lago Titicaca.
Foto3: Con una cholita, indígena aymará.
Foto4: ¿Morir para renacer?
Foto5: Ocaso enjaulado

domingo, 14 de octubre de 2012

Un viaje infernal.

Hace un rato que llegué a La Paz (Bolivia). No sabía si llegaría. El bus que tan buena pinta tenía comparado con los otros que también se dirigían a Bolivia, resulto ser un infierno. Me subí felíz y relajada después de pasar tres días desconectada del mundo en una comunidad ecológica de los Hare Krishna. Fueron tres días de trabajos voluntarios que me
supieron a retiro espiritual. Para pagar mi hospedaje y comidas, tuve que dar de comer y beber a las llamas que allí había, ayudar a hacer pan e ir a venderlo al pueblo, limpiar, cocinar, pintar algunas paredes ya descascarilladas y guiar a la gente que venía a visitar la comunidad y explicarles de qué se trataba. Me encantó hacer aquellas tareas rodeada de naturaleza y del sonido de pajarillos. Fue un lindo intercambio por el hospedaje en un Truly (Domo de adobe) y por las tres comidas orgánicas diarias. De hecho, me fui con pena esta mañana a tomar el bus al pueblo. Pero también tenia ganas de cruzar ya la frontera y conocer Bolivia; el
tíbet de Sudamérica, según leí.
Eran 7 horas en bus. No muchas, pero 7 horas por carreteras llenas de curvas que superaban los 4000m de altitud sobre el nivel del mar. Temía el mal de altura.
La noche anterior ya algo no iba bien. Al acostarme, me
dieron retortijones de barriga y los gases eran para salir corriendo. Dormí fatal a causa de ello y de los nervios del viaje. De hecho, me
equivoqué y puse la alarma una hora antes de la que correspondía y me
di cuenta al llegar a la terminal. Una hora se sueño perdida y una hora de espera aburrida en la terminal. ¡Qué le vas a hacer!
Así que una vez en el bus, rezaba para que mi barriga se portara bien y no me dieran ganas de ir al asqueroso baño del bus, ni de tirarme aquellos pedos apestosos. Se ve que Dios duerme las mañanas de los domingos y no hace caso a los rezos.
Llevábamos un par de horas ya en camino, cuando empezaron las curvas y se hizo notoria la falta de aire acondicionado del bus. La falta de ventilación empezaba a condensar el
ambiente y el calor del sol a través de la ventana me hacia sudar. Me saqué toda la ropa que pude pero, sin aire fresco, con las curvas y la manera de conducir del chofer, el mareo ya era inminente.
Por suerte, pensé, nos sirvieron algo de comer: arroz tres delicias. No me podía sentar mal a la barriga, así q, me
lo comí con hambre. Media hora después empezaron los retortijones, los
gases y a bajarme la tensión. Intenté concentrarme en la respiración, pero los
sudores fríos y la sensación de desmayo no remitían. Antes de vomitar el asiento, me levanté como pude para llegar al baño. Apenas podía mantener los ojos abiertos y daba tumbos a lo largo del pasillo, pensé que me desmayaba ahí mismo. Alcancé el baño, me bajé los pantalones como pude y me senté de golpe sin mirar la taza ni nada. Desplomada sobre la taza me
sentí morir..el sudor frío me recorría el cuerpo y la diarrea y los vómitos no cesaban. Por suerte el baño tenía una pequeña ventana y estaba abierta, así que, por ahí entraba el aire fresco de la cordillera que me fue despejando poco a poco. Después de no sé cuánto tiempo sentada en la taza, empecé a sentirme mejor y pensé en la idea de volver a mi asiento. Pero antes de levantarme, miré por todas partes y no había papel
para limpiarme. Los pañuelos se me habían quedado en el bolsillo de la chaqueta que me
había quitado cuando el calor me
abrasaba. ¡Mierda!, nunca mejor dicho. Miré en mi riñonera dispuesta a limpiarme con lo que fuera y, por suerte, encontré una toallita húmeda de Air Europa que había guardado cuando comencé este viaje. ¡Menos mal! Ya me había imaginado
con el
culo cagado el resto del trayecto...qué perdida de clase, señores. De todos modos, el
olor que salió del baño cuando abrí la puerta para volver por fin a mi asiento, ya supuso una pérdida de clase importante.
Aunque mejor, seguía sintiéndome
débil e intente recostarme y dormir un poco. No sirvió de nada. Nada más sentarme, volví a sentir todo ese calor humano y la falta de ventilación del bus. A eso se le unían las curvas cada vez más pronunciadas o la prisa del chofer por llegar y la película americana de disparos a todo volumen. Un cóctel perfecto. A la media hora de intentar aguantar todo aquel bochorno, me
levanté de nuevo medio desmayada hasta el
baño. Diarrea de nuevo y sudores fríos. Pero aun así, sentía q se estaba mejor allí con el aire fresquito de la ventana que en mi asiento nauseabundo.
Llegamos a la
frontera y tuve que salir del baño. Esta vez había llevado los
pañuelos.
Bajé del bus a duras penas y pedí agua. No tenían. Tampoco había sillas, así que, me senté en el
suelo debilitada y con la tensión aún baja a esperar la fila de sellado de pasaportes. A pesar del
olor a gasoil de los
camiones, al menos corría
aire fresco que me espabiló un poco. Estaba tan débil y mareada que parecía drogada. Cuando terminamos los trámites y volvimos al
bus, la
tortura continuó de nuevo hasta el final del trayecto. El final del trayecto era la capital boliviana, La Paz, pero mi intención inicial no era pasar la noche en una gran cuidad. Mi idea era tomar otro bus (unas tres horas más) hasta un pueblito cercano al lago Titicaca. Cuando llegamos a la estación de buses de la decadente y caótica
La Paz, casi beso el suelo. Me
pareció el paraíso y, por
supuesto, no tomé ningún bus más ese día. Sólo
deseaba encontrar una cama y dormir, pero claro, yo no había mirado hospedaje alguno en aquella gigantesca ciudad, así que, le pregunté a unos belgas que venían en el mismo bus que yo, si ya tenían un hostel reservado y me dijeron que sí, que era barato y cómodo. Compartimos
un taxi y nos fuimos directos al
hostel. Y aquí estoy, tomándome
una manzanilla en la cafetería del hostel y describiéndoles mi lindo día antes de perderme en la
cama hasta mañana.
Ahora ya no puedo más:
Un beso de buenas noches...zzzz...

Foto1: Con los pies de nuevo en el Pacífico (playas de Arica, norte de Chile).
Foto2: Interior templo Krishna (domo adobe)
Foto3: Eco Trulys (Domo de adobe)
Foto4: Una de las llamas de la comunidad.

domingo, 7 de octubre de 2012

¿Ruido o melodía?

Domingo en San Pedro. El reaggeton de algunas fiestas caseras de anoche da paso al repicar de las campanas de la iglesia de adobe de la
plaza. Salgo de mi carpa (tienda de campaña) y desayuno acompañada de un montón de pajarillos atrevidos que se acercan a ver si les toca algo de lo mío. Son irresistibles. Saco la miga del pan y la troceo para dársela. Primero huyen espantados por el movimiento de mi brazo, luego se avalanzan competitivos sobre las migas y cuando ya no queda más que tierra en el suelo, esperan atentos el siguente lanzamiento. Hay unos 30 o 40 pajaritos, creo que son gorriones. También hay tórtolas y palomas, las mismas que, la primera noche que acampé en este lugar, me hicieron creer que chispeaba. Pero cuando desperté a la mañana siguiente y vi que mi carpa estaba llena sus cacas, me di cuenta de que no había sido lluvia, sino una muy particular bienvenida. Y así llevamos, siete días y seis noches conviviendo y compartiendo la sombra de los árboles del único oasis del desierto de Atacama.
Las dos primeras noches no pude dormir bien por el sonido nocturno de las palomas y, por las mañanas, me despertaba al alba por el escándalo matutino de los gorriones. Ahora ya, o bien, me acostumbré, o bien, el cansancio supera cualquier sonido. La cosa es que he descubierto algo; la carpa guarda un secreto. La fina tela de sus paredes y su consiguiente falta de insonoridad parece a priori un inconveniente para el descanso, pero, en realidad, no es más que un puente que nos lleva del silencio a la integración directa con la naturaleza. Un puente mágico que rompe la sordera a la que las paredes de bloque, ladrillo o barro nos tienen condenados, para dar paso al contacto con los sonidos de la vida. El hostel confortable que tanto anhelaba los primeros días en carpa, ahora quedó en el olvido, pues, una vez que te acostumbras a los novedosos sonidos, te duermes sintiéndote arropados por ellos y te despiertas siendo testigo auditivo del gran revuelo de vida que está aconteciendo.
Y con el paso del tiempo, dejas de ser testigo de estos ritmos de la vida, te dejas contagiar de la energia vital que transmiten y te conviertes en partícipe y protagonista del vibrante pulso de la vida.

Un beso mañanero a todos los madrugadores!!

sábado, 6 de octubre de 2012

San Pedro de Atacama: el desierto mas árido del mundo.

Una semana llevo ya descubriendo los muchos secretos que guarda San Pedro de Atacama. Pero como sigo pensando que una imagen vale más que mil palabras, les ilustro dichos secretos con fotografías (y disculpen la calidad; están tomadas con el teléfono).
Ahora bien, sí quiero dedicar un tiempo a describir una pequeña aventura que me pasó ayer. Alquilé una bici para ir a la Laguna Cejar, una laguna salada que se encuentra a unos 20 km del pueblo: "mmm.. 20 km no es tanta distancia en terreno llano... ¡lo voy a hacer!", pensé. Así que, salí temprano y tomé la carretera principal; una recta que se perdía en el infinito donde a ambos lados no había más que desierto. Pedaleé feliz durante una hora distraída con el silencio y la inmensidad del lugar hasta que encontré el desvío que me llevaba a la laguna. El desvío era un camino de tierra y arena donde no me importaron los baches, ni la pesadez de pedalear sobre la arena porque ya me quedaba poco, creía. El sol iba apretando cada vez más, mi trasero empezaba a notar la rigidez del sillín y yo no divisaba laguna alguna. Empezaba a inquietarme: no me había cruzado con nadie en el camino, ¿sería el camino correcto? Tenía que ser. Seguí unos buenos kilómetros más, sin saber cómo sentarme ya en el sillín, hasta que encontré de nuevo un desvío donde pasaron unos ciclistas y unos autos. "Tiene que estar cerca", me entusiasmé. Olvidé el dolor de culo, el peso de la mochila y el calor y pedaleé rápido en la dirección correcta. A la media hora apareció en la llanura una casita de barro que era la entrada a la laguna. Le pregunté al chico por el camino que yo había tomado y me dijo que me había equivocado, que había tomado el más largo, unos 30km, y que el corto, donde me había encontrado con los ciclistas, era de 18km. Me cagué en mis
muertos, pero me alivió pensar que el regreso sería mas corto. Le di las gracias al
chico por la información y le pagué la mitad de la entrada haciéndome
pasar por estudiante.
Como pude me
dirigí a la laguna, me temblaban las piernas. Dejé las cosas a la sombra y me acosté extenuada. Me dolía todo. Después de un rato de recuperación, me incorporé y comencé a observar la belleza del lugar. Era precioso e impensable que en medio de un desierto existiera una laguna de aquel color turquesa. Me puse el bikini y fui al agua, pero estaba helada, así que, solo alcancé a mojarme hasta las rodillas. Deambulé por el lugar maravillada por su belleza y tomé algunas fotos. El silencio era sepulcral. Delicioso. La cordillera de los Andes coronada por el volcán Licankabur (6000m) hacía de telón de fondo del aquel bello lugar. Me acosté un rato, pero las moscas no me dejaron echarme una siestita, así que, irritada me levanté y como me sentía plenamente recuperada y animada por toda aquella belleza, decidí hacer los 11km más que había hasta unas pozas de agua dulce: los Ojos de Salar de Atacama. Me subí en la bici y me sentí bien, así que, pedaleé feliz e inconsciente de la vuelta que me esperaba. Tras media hora de pedaleo, me encontré rodeada de un inmenso salar; el famoso Salar de Atacama. Parecía nieve. Era precioso e intentaba olvidar el dolor de trasero y el cansancio de piernas con el paisaje. A veces lo conseguía y muchas veces no. Al rato, al ver que no llegaba a ninguna parte, empecé a desesperarme y a pensar en dar media vuelta, pero continuaba pedaleando en la misma dirección. Seguí como una hora más por un camino de tierra en absoluto liso hasta que de repente aparecieron en el suelo las dos pozas. No lo podía creer. Me bajé a duras penas de la bici, estaba exhausta y acalorada. Miré alrededor y no había un alma en kilómetros a la redonda, así que, me saqué toda la ropa y me tiré al agua. Qué delicia... el agua era dulce y fresquita y estaba sola y en pelotas, qué más podía pedir. En un minuto había pasado del infierno a la gloria.
Las pozas eran bonitas también, el agua estaba calma y se reflejaban las montañas en ella. Pasé unas dos horas de paz absoluta, inmersa en aquel paisaje de contrastes hasta que apareció un vehículo
con turistas y salí forzosamente de mi ensimismamiento. Entonces, me di cuenta de que el sol ya empezaba a ponerse y que tenía que regresar. Así que, tentada de pedirle al bus de turistas que me llevara con ellos, me contuve y decidí intentar el regreso: 11km hasta la laguna y 18km hasta el pueblo, eso hacía un total de 29km. Pensé que sería capaz, pero no tuve en cuenta un factor: el viento. Una vez subida en la bici y pedaleando de vuelta, noté cómo se había levantado el viento, pero lo malo no era el
viento, sino su dirección; lo tenía justo en contra. Mierda para mí.
Cuando estudiaba en la universidad mi único medio de transporte era la bici y me encantaba, pero si había una cosa que me desquiciaba no era ni el
tráfico, ni la lluvia, ni el frío, sino el viento en contra que no te deja avanzar.
Pues allí, estaba en medio de la nada, con 30 km por delante, el viento en contra y sin agua. Qué buen plan. Volví al infierno en un santiamén. Y bueno, pedaleé, qué otra cosa iba a hacer. Pedaleé de todas las formas que conocía con tal de no apoyar mucho el culo en el sillín porque el dolor ya se había transformado en quemazón. Sentía los huesos pélvicos como
cuchillos clavándose en la piel de las posaderas. Me ardía. Pedaleé con la esperanza de que pasara algún coche o un bus o alguien que me llevara. Lo más con lo que me cruce fue con otros ciclistas que iban en la dirección opuesta a la mía contentos porque el
viento les empujaba. Ja. Paré una vez a masajearme el
trasero y el supuesto alivio que sentí desapareció nada más subirme a la bici. Así que, me volví a subir y ya no paré más hasta que logré llegar al pueblo tras recorrer los 30 kilómetros más largos de mi vida.
A pesar de la paliza, debo reconocer que fue un día increíble; de paisajes alucinantes, de momentos de silencio absoluto que me supieron a gloria y de superación de mis propios límites.
Ahí les dejo con las fotos de un día que jamás voy a olvidar: tanto por lo bueno, como por lo malo.

Besos altiplánicos!!


Foto1: El Salar de Atacama
Fotos2: Refrescandome los pies en la Laguna Cejar.
Foto3: Amanecer en el Campo de Géiseres El Tatio. A menos 15°!!
Foto4: Pedaleando en la carretera sin fin que cruza el desierto de Atacama.
Foto5: Laguna Cejar.
Foto6: Ojos del Salar de Atacama.
Foto7: Termas en el campo de Geotérmico El Tatio. Agua: 35° Temperatura exterior: -10°
Foto8: Laguna Cejar y Cordillera de los Andes al fondo con volcán Licancabur.
Foto9: Casas de barro en un pueblito altiplanico.
Foto10: baño en pelotas en los Ojos del Salar de Atacama.
Foto11: Géiseres al amanecer en el Campo geotérmico El Tatio.

martes, 2 de octubre de 2012

Tanto tiempo...

Hace tanto que no escribo en el blog que no sé bien por dónde empezar. Es por este motivo por el que cada vez que tenia de ganas de compartir algo, retrasaba el momento, porque ¿cómo resumir todo lo que ha pasado en los dos últimos meses?
Sin embargo, hoy he decidido que han pasado demasiada cosas buenas como para no compartirlas y da igual el orden o si dejo cosas atrás. Me importa que hoy y ahora tengo las ganas y el tiempo para escribir y compartir un rato y lo voy a hacer.
Así pues, comenzaré reconociendo que, desde la ultima publicación hasta ahora, cuento con un año más en el bolsillo. Sí, el jueves pasado fue mi 33 cumpleaños y lo celebré en Santiago de Chile, rodeada de gente hermosa que he conocido en la ciudad; mi familia chilena, amigos y, como se dice en chileno, mi polola Ber. Como ya dije en otra ocasión, a pesar de los miles de kilometros que me separan de Tenerife, no me sentí triste en absoluto; todos, tanto los del continente europeo, con mensajes, llamadas e incluso flores (papi lindo!!!), como los del continente latinoamericano se tomaron el tiempo de mandarme su amor y cariño en un día importante para mí. Y ¿cómo no compartir lo afortunada que me siento de recibir tanto amor de tantos lados?? Es increible, la verdad. Aún me late el corazón fuerte cuando recuerdo la ola de cariño que recibí ese día. Gracias a todos. Qué bonito sentirse tan querido... y qué bonita la intensidad del amor que cruza océanos y montañas para llegar a su destino. Qué bonito...

Unos días antes, tuve otra sorpresa: aterrizó en Santiago mi compañera de batallas en Argentina y Uruguay, mi amiga Lilian. Linda ella... ¡qué rico fue verte y verte bien y feliz! Nos volveremos a encontrar, Lil, estoy segura. ;-)

El día después de mi cumple volé al norte de Chile, al desierto de San Pedro de Atacama. Aquí vine a realizar un curso de construcción con Superadobe. El adobe es una técnica milenaria de construcción con tierra y es propia de lugares áridos. El superadobe, es una versión mejorada de esta técnica que permite construir también de forma circular, un ejemplo de construcción circular son los domos. Construir con esta forma geométrica deberia ser de especial relevancia en Chile y explico por qué. Chile es un país con movimientos sísmicos muy frecuentes y las construcciones deben ser sismoresistentes. La geometría circular está demostrada que es más resistente a un terremoto que la rectangular o cuadrada. Por eso, se está intentando dar a conocer esta técnica constructiva a la población, sobretodo a la que tiene menos capacidad adquisitiva, pues el Superadobe es una técnica asequible para cualquier persona; es barata y no requiere de maquinaria. El creador del superadobe tenia un ideal y era inventar una técnica constructiva segura y económica para que cualquier persona en el mundo pudiera optar a una vivienda digna. Después de asistir al curso, doy fe de que lo consiguió. Fueron tres días intensos de toma de apuntes, de carretillas de arena pa'rriba y pa'bajo y de dolor de espalda... Ahora bien, el dolor de espalda no era por las carretillas, sino, porque no estoy acostumbrada a dormir en carpa (tienda de campaña) y, joder, me
había olvidado lo duro que era el suelo. A pesar de todo, fueron tres días de muy instructivos. Cada vez me doy más cuenta de que la construcción es lo mío: ahí estaba yo; llena de tierra, con la uñas negras y sudando, pero estaba súper concentrada en lo que hacía y feliz cada vez que me alejaba de la obra y veía lo que habíamos avanzado. Todos los que participamos en el curso nos quedamos con ganas de más. Ah, por cierto, entre los que asistimos, había una señora de 70 años. ¿Cómo se les queda el cuerpo? La señora vino desde Frutillar, el sur de Chile, 3 horas y media de avión para asistir al curso y luego construirse algo en su casa. Tremendo ejemplo que fue para mí esa señora, qué vida tenía y que feliz participaba en todo. A mí me dejó muda; era impresionante, digna de admiración.
En conclusión, fue un buen grupo de trabajo, los instructores también eran buena gente y muy comprometidos.
Y bueno, después del sacrificio viene el premio, así que mi premio es continuar con mi viaje por esta zona norte de Chile hasta llegar a Bolivia y el norte de Argentina.
Al final parece que Sudamérica me atrapó, pues aquí comencé mi vuelta al mundo y aquí mismito la voy a terminar. Como una vez aprendí, menos es más; y aunque me ha costado cambiar mi plan inicial de viaje, la verdad es que si me
he ido quedando aquí es porque así lo he sentido en todo momento: ya sea porque me he sentido bien donde estaba o porque estaba aprendiendo cosas que me
interesaban. Salí de Tenerife buscando respuestas y las he encontrado. Ya no quiero seguir buscando, ahora quiero disfrutar de lo que he encontrado.

Un beso muy grande a tod@s.

Pd: Gracias por esperar a todos los que me escribieron impacientes o preocupados. Estoy bien. Muy bien. ;-)


Foto1: el merecido descanso.
Foto2: Iglesia de adobe en San Pedro de Atacama.
Foto3: base del domo de Superadobe.
Foto4: la tarta de mi cumple!! mmm!!
Foto5: mi tienda de campaña: bonita pero incomoda ;-)
Foto6: Atardecer en San Pedro de Atacama.